“El ruido, como sugiere el propio término, suele verse como una molestia para la comprensión, una realidad inconveniente que debe reconocerse, un pajar que debe ser despojado para revelar los procesos de interés subyacentes. Sin embargo, a pesar de esta bien ganada reputación, el ruido suele ser interesante por derecho propio: el ruido puede inducir fenómenos novedosos que no podrían comprenderse únicamente a partir de algún modelo determinista subyacente. No todos los ruidos son iguales, y un examen minucioso de las diferencias en forma, tesitura o magnitud puede revelar información que de otro modo sería inaccesible”